Época primitiva


Esta es la historia de las memorias de un hombre que no buscaba a Dios, que se aferraba a la muerte y al pecado, que iba a la perdición. Justamente él merecía morir, él había roto la Ley y era enemigo de Dios. Este hombre fue atraído a la Cruz por la gracia soberana, un hombre imperfecto que fue salvado por un Dios santo y perfecto.

Este hombre que nació contaminado de pecado, por el pecado originado desde Adán y Eva en el Edén y heredado a todos sus hijos. Desde su primer día de vida necesitado de gracia y salvación, cuán despreocupada estuvo mi alma de la ira de Dios, ojos ciegos y muerto en pecado.

Sin embargo Dios ya lo había escogido, Él lo había apartado, no por algo que hubiese en la criatura, guardándolo para Él solo, e hizo un plan supremo para salvarlo a él y sus otros hermanos predestinados. Este hombre escribe estas cosas buscando tener un registro de los poderosos favores que Dios ha obrado para Su gloria y alabanza, para que al recordar los días pasados poder confiar en su soberanía y bondad.

En sus planes eternos el Señor escogió, que mi padre antes de que yo naciera conociera del evangelio, si bien en ese momento intelectualmente. Mi padre tuvo una vida trágica, con un padre vivo pero despreocupado de él, viviendo de vecindad en vecindad y en las zonas de la ciudad más peligrosas, con una madre que luchó para darle lo qué más podía, dándole hasta la mitad de estudios universitarios, pero tanto esfuerzo repercutió en su salud y ella enfermo de insuficiencia renal aguda y sumado a una diabetes no tratada, fue llamada a comparecer con Dios. Sin hermanos, ni tíos, ni primos, ni nadie a quién acudir, sólo sus padrinos de la religión Católica Romana y mi madre.

Mi padre buscando la necesidad de encontrar identidad, la iglesia parecía perfecta para satisfacer esa necesidad, mi padre obligando de alguna manera a mi madre, ella con gran oposición se resistía a Dios pero un día ella fue irrumpida por el Señor y se entregó a Él.

Mi madre también siendo de orígenes difíciles, creció sin un padre porque él murió de una enfermedad extraña cuando ella era muy niña, y mi abuela Epifanía luchó para criar 10 hijos, de los cuales por enfermedades y accidentes vivieron a adultos 5 hijas entre ellas mi mamá.

Debido a que mis padres empezaron a congregarse fui criado desde cuna en una iglesia, la iglesia en la cual pasé mis primeros años es para mi una iglesia ejemplar, aunque bien no perfecta, cuyo nombre es Vida Nueva Para El Mundo. Mis recuerdos de pequeño sobre la escuela dominical no fue nada relevante a las clásicas actividades de colorear pasajes importantes bíblicos e historias sobre Cristo y los hechos que Dios hizo en el Mar Rojo.

Cuando yo tenía 5 años mi hermana Daniela Campos nació y todo mi mundo cambió, uno de los más grandes regalos que Dios me ha dado, recuerdo mucho que en la iglesia nos llamaban por los altavoces diciendo nuestro nombre y nuestra edad y así encontrarnos con nuestros padres en la recepción, las altavoces sonando “Alejandro Campos de 9 años” y “Daniela Campos de 4 años”.

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